Historias de un Joven Cofrade: Una Madrugá inigualable; por Antonio Jaén Sánchez

Hace un tiempo, yo, Antonio Jaén Sánchez, comenté como fue mi primera experiencia en la Madrugá de Nº Padre Jesús Nazareno, un día 18 de Abril de 2014. Unos meses después de aquella bonita e inolvidable experiencia, que llevaba soñando desde pequeño, llegaba la Magna por el 750 aniversario de Arcos en la Corona de Castilla, en la cual salió en procesión las imágenes más representativas de la ciudad, incluyendo al regidor perpetuo, Nº Padre Jesús Nazareno. Aquel día 12 de Octubre conocí a un enorme Grupo Joven a las puertas de la Iglesia de San Agustín, sobre las 11 de la mañana de aquel Domingo lluvioso, que finalmente dejo de serlo para el bien de todos los arcenses y devotos que se habían acercado hasta la ciudad para presenciar tal acto extraordinario. En ese momento, conocí a una gran familia, con la cual comparto la misma devoción, la devoción hacia ÉL. Aquel día, las emociones fueron fuertes, era como un regalo del cielo ver a Nuestro Padre una vez más recorrer las calles de Arcos en el mismo año, sin olvidar aquel momento tan emocionante en el que la Agrupación Musical ‘’Polillas’’ de Cádiz se unió tras la parihuela tocando la conocida marcha ‘’La Saeta’’ de Joan Manuel Serrat.
Unos meses después, uno de mis sueños se iba a cumplir. El día 4 de Febrero de 2015, recibí un mensaje de mi compañero Diego Albertos, coordinador del Grupo Joven del Nazareno, Pertiguero y miembro del Cuerpo de Acólitos de la misma. En ese mensaje, que para mí será inolvidable, me propuso formar parte del Cuerpo de Acólitos y abrir paso al Señor de Arcos. En ese momento me quede sin palabras, emocionado totalmente. Era un sueño para mí estar tan cerca del Señor de Arcos y de abrirle paso.
Llegó la Semana Santa, y los nervios crecían. No iba a salir tan solo con el Nazareno, sino también junto a otra de mis grandes devociones, la Soledad (historia que contaré más adelante). El tiempo acompañaba en aquellos días de Marzo/Abril de 2015, un tiempo bastante caluroso para lo que nos tenía acostumbrados años anteriores, donde la lluvia o los días nublados estaban casi siempre presentes.
Entonces llegó el Jueves Santo, y con él ‘’La Madrugá’’. Llegó la tarde, y como ya es costumbre, subí a la Iglesia de San Juan de Dios a ver la salida de la Hdad. de la Vera Cruz, y más tarde, a la Iglesia de San Pedro a ver la salida de la Hdad. de los Remedios. Eran tales mis nervios que nada más ver salir a la Hdad. De los Remedios, fui hacia mi casa a la espera de la noche. Alrededor de las 22:45, salí de mi casa camino a la Iglesia de San Agustín. Recuerdo que llevaba conmigo, como en la Madrugá del pasado año, una foto de mi abuela junto a mí, pues ella siempre me iba a acompañar junto a ÉL. Ella fue quien me enseño el camino a la devoción hacia el señor de San Agustín. 
Llegué a la Iglesia, los nervios crecían cada vez más. Recuerdo que mis nervios eran aun mayores que los de la Madrugá anterior, pues era mi primera vez como Acólito y era una experiencia nueva. Llegó la hora, eran las 02:00 de la madrugada y el tiempo no puso impedimento alguno. Salía, por tanto, Nuestro Padre Jesús Nazareno a recorrer las calles de una ciudad volcada, como siempre, para verlo a él. Fuí portando un cirial junto a otros tres compañeros en la salida hasta la Iglesia de San Francisco. Iba delante, en la parte izquierda. Recuerdo que lo primero que hacía era mirar hacia atrás,  y mis emociones estaban a flor de piel. Nos situamos en la puerta justo para salir, y la majestuosa Banda Municipal Vicente Gómez Zarzuela empezó a tocar la marcha ‘’Jesús Nazareno’’ de Juan José Puntas y Rafael Huertas Soria, casualmente una de mis marchas favoritas. Unas cuantas lágrimas empezaron a caer de mis ojos, pues me emocionó escuchar aquella marcha junto a mi gran devoción. La salida fue perfecta y nos encaminamos ya hacia nuestro tradicional recorrido. Era mi primera vez, así que era obvio que el cansancio iba a ser aun mayor, los dolores de espalda, etc., que me acompañaron durante el camino, pero resistí, no iba solo, iba junto a él y junto a ella, mi Jesús Nazareno y mi abuela. 
Llegó la hora casi de recogernos, de cerrar una Madrugá y una Mañana muy especial. En la Calle San Juan, calle donde me he criado desde pequeño junto a mi abuela, mis tíos y mis primas, se produjo el conocido encuentro entre Nº Padre Jesús Nazareno y Mª Santísima del Mayor Dolor y Traspaso. En ese momento, miré hacia el encuentro, y luego a mi familia y hacia aquella ventana donde mi abuela se asomaba para ver a su Jesús. En ese momento, la emoción era tan fuerte que rompí a llorar. Parecía que ella estaba allí, viendo a sus grandes devociones como todos los años. Mis compañeros también se emocionaron, iba a darse fin a la Madrugá más bonita que he vivido, y que fue sin duda lo mejor que me ha pasado en mi vida. Hoy en día, aun le sigo dando las gracias a Diego por aquella oportunidad que cambió mi vida. Sin lugar a dudas, fue una experiencia bonita, inolvidable y quizás inigualable.

Un saludo: Antonio Jaén Sánchez.

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