Historias de un joven cofrade: Bajo la Paz del Martes Santo; por Pablo Galvín Roldan
Mi
nombre es Pablo Galvín Roldan, desde hace cinco años pertenezco a la hermandad
de San Antonio y desde hace uno soy costalero de Mª Santísima de la
Paz. Hoy vengo a contar como viví primera
vez como costalero e intentare explicar que es lo que se vive bajo un paso.
La
devoción por esta hermandad me viene ya de pequeño, el primer recuerdo que
tengo es de un Martes Santo cuando aún esta hermandad era totalmente
desconocida para mi, ese año recuerdo ver pasar a las imágenes pero algo
ocurrió cuando el paso de la
Virgen de la Paz
Pasó ante mí, en ese momento me quedé
embobado y el corazón se me aceleró. Fue desde entonces que ya esa hermandad me
atraía hasta que en 2010 me hice hermano.
No ha
sido hasta 2015 cuando por fin he podido cargar, que desde pequeño era mi
ilusión ya que mi Padre y mi Tío también son costaleros de la Paz. Recuerdo
esos Martes Santo que quería irme con mi padre, con mi Virgen, pero aún no era
hermano.
Este
Martes Santo 2015 nunca se me olvidará, mi primer año de costalero. Recuerdo levantarme
esa misma mañana con más ganas que nunca y dejar preparada mi ropa. La tarde se
me hizo eterna, ya cerca de las cinco de la tarde me preparé y salimos mi padre
y yo hacia San Francisco. Allí nos encontramos todos los costaleros que para mi
son mi familia y momentos antes de la salida recuerdo las palabras del capataz,
“Yo se que sois los mejores, os vamos a prestar el tesoro más preciado de la
hermandad, sólo os pido una cosa, traédmela de vuelta” después de esas palabras
entramos en San Francisco y reconocí ese olor, ese olor a flores y cuando vi el
paso de mi virgen un cúmulo de sensaciones empezaron a recorrerme el cuerpo,
solo quería una cosa, sacar ya mi virgen y pasearla por mi pueblo.
De un
momento a otro escuche como el capataz dijo “Nos toca a nosotros” en ese
momento me coloqué mi morral y me puse en mi sitio bajo el paso y de repente la
primera de tantas levantás, ahí empezó lo que sería el mejor día del año.
Bajo el
paso se sienten muchas cosas como el recuerdo de tus seres queridos que ya no
están y eso te da más fuerzas. Tampoco podré olvidar lo que viví al bajar Calle
Alta y las palabras que recibíamos desde fuera, durante todo el recorrido me
sentí la persona mas afortunada del mundo.
Llegando
al final del recorrido mi capataz me permitió hacer una levantá, para mi fue un
privilegio, poder mandar una levantá al paso de mi virgen, una levantá para
ella, no puedo explicar con palabras lo que se siente. Subiendo las gradas y
haciendo el esfuerzo final me di cuenta en lo que significa llevar ese peso
sobre tus hombros, una responsabilidad enorme y que no todo el mundo tiene el
privilegio de llevar.
Ya dentro
de la parroquia cuando las niñas del coro de San Antonio le cantaban a la Virgen se me vinieron
muchos recuerdos a la cabeza, por mas cansado que estuviera no quería que se
acabara ese día.
Finalmente
hicimos la última levantá y dejamos el paso en la capilla, después de todo solo
le podía dar las gracias a mi Virgen por haberme dejado llevarla.
Por
último decir que fue una experiencia muy bonita y que llevaré a mi virgen
siempre que me quede lo más mínimo de fuerza, y decir lo que ya dije en su día:
”Soy costalero, pero no un costalero cualquiera, yo llevo a la Virgen de la PAZ ”
Un
saludo
Pablo
Galvín Roldán
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